Cada vez es más común que las empresas evalúen la experiencia al cliente mediante encuestas de satisfacción. Las marcas trabajan por ofrecer a sus clientes experiencias diferenciales que añadan valor a su producto para distinguirse de sus competidores. Con esta estrategia lo que consiguen es fidelizar a los clientes y atraer a los nuevos. Y pensándolo bien, ¿no deberían hacer lo mismo las empresas con sus empleados? Sería una forma de retener a los buenos trabajadores y atraer a los nuevos talentos.
Desde hace algún tiempo los departamentos de recursos humanos han empezado a trabajar en la experiencia del empleado. Consiste en averiguar y entender qué siente y cómo vive cada colectivo de la empresa las decisiones y acciones que toma la compañía en cada momento.
Las empresas que trabajan la experiencia al cliente pueden adaptar fácilmente la técnica para evaluar la de sus propios empleados (convertidos ahora en clientes internos). Para ello será importante definir varias preguntas cuya respuesta van a ser clave a la hora de crear políticas de empresa y metodologías:
¿Cómo vive el empleado su día a día?, ¿Cómo sería su trabajo ideal?, ¿Qué me aporta la compañía?, ¿Qué aporto yo a la compañía?
Será necesario definir el compromiso y la imagen que se quiere dar ante los empleados, qué modelo de relación se desea tener y cuál será el valor añadido y diferencial frente a otras empresas. Para que la experiencia del empleado sea real y coherente no sólo hay que centrarse en la captación del talento, la empresa deberá hacer una buena gestión del compromiso entre ambos a largo plazo.
Desde el departamento de recursos humanos es conveniente diseñar un ciclo de vida del empleado para valorar el momento en que se encuentra y cuándo debe recibir una mayor atención. Un empleado al que su empresa ofrece una experiencia que cumple o supera sus expectativas desarrollará un mayor sentimiento de pertenencia, lo que influye directamente es su productividad y buenos resultados para la empresa.
Hablamos de un modelo de gestión que aporta valor a las compañías ya que permite aunar, con una visión global, la experiencia de sus clientes comenzando por conocer la experiencia que ofrece a su propia plantilla.