La combinación de sensores, IoT e IA pueden aumentar el bienestar de los empleados de forma exponencial.
La tecnología hace que nuestra vida sea más cómoda y que se simplifiquen muchas de las tareas y acciones que hacemos diariamente: una puerta que se abre al pasar, los faros del coche que se encienden automáticamente cuando oscurece, la temperatura de la sala siempre adecuada a la situación.
Estas son acciones de las que disfrutamos hace mucho tiempo gracias a la invención de los sensores, pero cuando dotamos a estos sensores con tecnología IoT (siglas en inglés de Internet de las Cosas) obtenemos un nivel más de bienestar: un frigorífico que detecta los alimentos que se han acabado y realizan un pedido, una app que te permite encender o apagar la calefacción si olvidaste programarla previamente, un robot aspirador que reconoce tu casa para hacer la mejor limpieza sin caer rodando por las escaleras…
Y si añadimos la capa de IA (siglas en inglés de Inteligencia Artificial), la experiencia se incrementa exponencialmente: al entrar en casa solicitas tu música preferida, sacas fotos como si fueras “casi” profesional, obtienes información que te interesa y cada vez se ajusta mejor a tus preferencias, o tu programa para aprender idiomas se adapta a tu nivel y avance en el aprendizaje.
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Esto es perfectamente compatible, porque todo este ecosistema tecnológico, pueden aportar este beneficio si están bien gestionados: conocer la afluencia que ha tenido una sala de reuniones o un baño te puede permitir optimizar el servicio de limpieza, conocer las mediciones de temperatura y cantidad de iluminación y gestionarlo con IA pueden ajustar el clima y la monitorización de los estores para obtener el menor consumo.
Con una buena gestión es fácil llegar a este equilibrio, pero ¿cómo se hace esta gestión? De eso saben mucho los Facility Managers, ellos son los magos que hacen que esta tecnología casi imperceptible, para el que la disfruta, funcione correctamente.
El papel de los Facility Managers es clave, por ejemplo, a la hora de monitorizar la calidad del aire interior, un elemento tradicional en la gestión de los edificios que se ha puesto de relieve a raíz de la Covid-19. Las empresas tienen el deber de asegurar que el aire que respiran los usuarios de sus oficinas esté limpio. Esta tarea suele recaer en los Facility Manager que, gracias a la nueva tecnología disponible, acceden, de una forma más ágil, a un mayor conocimiento del estado de la calidad del aire.
Existen sensores ambientales basados en software Cloud y Biga Data, que permiten recoger información y medir este indicador del bienestar de los empleados de forma remota y continua.
Esto es solo la punta del iceberg de la revolución tecnológica en los espacios de trabajo, donde proliferan soluciones como los sistemas contact-less de reservas de salas, puestos de trabajo, plazas de parking o bicicletas, plataformas de check-in y check-out, dispositivos de colaboración y videoconferencias, pantallas interactivas, micrófonos de seguimiento beamforming, videowall, cartelería digital…
Subirse al coche eléctrico y autónomo, ya no es una opción. Las oficinas tecnológicas no son cuestión de futuro ni un gasto prescindible. Se trata de una ventaja competitiva para hacer una gestión de tus espacios más eficiente y para lograr que los empleados trabajen de forma más confortable.
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