¿Qué es el mindfulness? Es un concepto dentro de la meditación y, literalmente significa “atención plena”. Esta técnica es el arte de estar presentes o atentos, es decir, hacer un “stop”. Se trata de hacer una parada en “el aquí y ahora” y observar a nosotros mismo y a lo que nos rodea.
Para aplicar el mindfulness en la oficina es necesario respirar y observar el estrés que hay en nuestro cuerpo. El estrés es un tipo de reacción innata como especie. Gracias a él nos hemos adaptado y evolucionado. Aunque un exceso de él crea el “estrés laboral”, que es una de las causas más comunes en el absentismo laboral. Haciéndonos incapaces de poder enfocarnos en nuestros trabajos. El mindfulness nos parar de forma voluntaria y consciente ese momento de agitación y poder autorregularnos. El beneficio inmediato es la capacidad de adaptación del trabajo y de sentirnos útiles en la actividad.
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En numerables ocasiones existen momentos de saturación por estar continuamente rodeados de personas. Es bueno que de vez en cuando buscar un momento de soledad para conectar con tu interior. Es bueno que cada hora o dos de trabajo dediquemos tres minutos para realizar ejercicios de respiración. Al respirar, observarnos y detenernos conseguimos cambiar el modelo automático de rutina por el modelo manual. Gracias a estos consejos y a la respiración, obtenemos control de nosotros mismos y podemos lidiar con las situaciones de estrés o desmotivación en nuestro entorno.
Nos situamos en un ambiente con el que podamos desarrollar la capacidad de concentración. Unos pueden desde la misma mesa de trabajo y, otros, en zonas más tranquilas. Preferiblemente sentados aunque podemos realizarlo de pie si no nos encontramos fatigados.
Despejamos nuestra mente hasta tener consciencia de nuestro cuerpo, sensaciones internas, sentimientos y emociones que nos acompañan. No se trata de engancharse a ellas, sino de vernos desde fuera, como una película. Tomada esta conciencia, comenzamos a respirar. Nos concentramos en cómo el aire recorre nuestra nariz, los pulmones y hasta llegar al diafragma. Al centrarnos en esto, nuestra mente no nos bombardea de forma tan agresiva y podemos llegar al punto de calma.
Terminado el ejercicio, nuestro organismo y mente se encuentran más sincronizados y pueden proceder a continuar la actividad de una forma más centrada y eficaz.
En este post te ayudamos a tener tu espacio de trabajo zen.